(2016-06-22) “Me ataron 12 horas, sin poder ir al baño, con sed, sin ninguna justificación”

A veces cuando desde la Xarxa GAM en los eventos que organizamos advertimos sobre el uso de correas para inmovilizar a “los pacientes” la gente se sorprende, como si esta práctica vejatoria se hubiese quedado anclada junto con la práctica de la guillotina, como si ésta tortura no fuese legal y vigente en los Hospitales Públicos (Estatales) de Salud Mental, así pues, uniéndonos al esfuerzo de otros colectivos hermanos, manifestamos nuestro rechazo una vez mas a prácticas como la sujeción mecánica.

En otros países -Reino Unido, Islandia- están prohibidas en las unidades de hospitalización y hay un informe de Naciones Unidas sobre la tortura, en el que se exhorta a los estados a prohibirlas.

A finales del mes de febrero tuvo lugar un acto de protesta en el Pleno del Ayuntamiento de Cádiz. Se trataba de pacientes de unidades psiquiátricas denunciando prácticas abusivas, como “las correas para atarte a la cama más de 12 horas”. Son las llamadas contenciones mecánicas o “Inmovilizaciones terapéuticas” como se conocen de manera eufemística. Tal y como manifestó José María González, Kichi, alcalde de Cádiz, se me heló el corazón al escuchar sus testimonios.

No son casos aislados. Patricia Rey, cuenta que en su primer ingreso al no poder conciliar el sueño se levantaba de la cama. Por ello, asegura “me ataron 12 ó 13 horas sin los debidos controles cada cierto tiempo, sin poder pulsar el timbre porque no me llegan los brazos, con sed, con la negativa de desatarme para ir al baño y sin que mediara agresividad alguna por mi parte”. En otra ocasión, en la que ella misma realizó un ingreso voluntario explica que la dejaron atada y ante esa situación ella preguntó a qué se debía. La respuesta fue: “te desatamos mañana cuando te vea la psiquiatra. Si quieres mear, te ponemos la cuña”.

Los mismos trabajadores reconocen que estas prácticas son una auténtica tortura. Un enfermero especializado en salud mental asegura que tendría que ser ilegal porque concuerda con la definición de tortura. Vicente Rojo, miembro de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y Mental Health Europe, afirma que las contenciones son una medida traumática, que “daña la dignidad de la persona y requiere de una reparación cuando se lleva a cabo”.

Otro trabajador de una unidad de agudos asegura que ha vivido mil situaciones en las que el comportamiento violento de una persona ingresada “tenía más que ver con cómo los trabajadores del servicio habíamos tratado a esa persona que con la enfermedad de la que estuviese diagnosticada”.

Patricia, víctima de estas prácticas cuenta que es imposible establecer relaciones saludables, no digamos ya “terapéuticas”, con el personal que lleva a cabo estas prácticas. “Todo se rompe, principalmente la confianza, en el momento en que existe coerción”.

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